Julien Baker, al igual que un alto porcentaje de artistas, ha sufrido de una cantidad de problemas, que van desde adicciones a las drogas hasta unas profundas depresiones pasando por relaciones rotas, obviamente, y se ha hecho una fama de utilizar su música como un medio para ventilar sus problemas al mundo. Gritarlo todo sin dejarse nada por dentro. Una sensación que te puede carcomer si la callas. Que corroe tus entrañas debido a tu silencio. A sentir que no le importas al mundo lo suficiente como para que ellos sepan de ti. Es algo terapéutico para la joven Baker el mostrarnos parte de sus emociones a través de sus composiciones.
A través de foros en Internet con referencia a temas musicales, me he topado con ella varias veces y, sin embargo, no puedo decir que le haya dedicado un tiempo a su primer álbum Sprained Ankle (2015), por lo cual, y por el hype alrededor de ella, decidí olvidarme de su existencia y pasar a su trabajo más reciente, Turn Out the Lights (2017), y tengo que decirles que... ¡Wow!.
Mi sorpresa no fue tan grande, ya que sabía de qué iban sus tópicos, tan personales que hasta te da una pizca de vergüenza oirlos todos, pero si me impresionó bastante la pasión que ella muestra. En casi cuarenta y cinco minutos de disco, Baker da rienda suelta, en base a un enfoque minimalista en lo que respecta a su música, a todos sus malestares, dudas, tristezas y arrepentimientos. Es una prueba de lo abatida que ha estado debido a sus experiencias. Nos relata de sus problemas con las drogas y de lo que desearía nunca haberlas probado. De sus relaciones amorosas que, muchas veces, terminan por sus propios problemas. De su cristianidad y de sus súplicas a Dios para que la ayude a pasar todos los males. Es un trabajo poderoso y angustiante, pero que posee también una belleza pesimista. Recuerda un poco a obras de los noventas de bandas como Red House Painters y Low, como también a ciertos grupos Emo de esa misma década. Ya en los momentos finales del disco, con tracks como "Claws in Your Back", es que se puede apreciar de estos puntos que hablo. Es un torrente catártico de emociones que sirve de cierre a una obra dolida.
Considero, aún así, que la obra de esta joven no es para todos. Habrán gente que no les guste trabajos tan pesimistas. A mi me gustan. Pero, conozco a muchos que no les gusta interrumpir sus alegrías o que, al menos, tienen tantos problemas que no querrán ahondar en otros. Pero, si les gusta el estilo de corte depresivo y melancólico, les gustará este trabajo. Y, si me leen constantemente (Gracias, por cierto), se darán cuenta de que hablo cosas muy buenas de esta obra. lo cual es raro porque su estilo es uno que he criticado bastante el año pasado. El asunto es que este disco, a diferencia de muchos del difunto año, conectó más conmigo por su extrema crudeza y ese singular estilo tan noventero que posee. He de admitir que los temas fuertes han estado bastante trillados de tantos que lo han agarrado de base para todo recientemente. Pero, al menos con Baker, siento que su toque es un poco más fresco y más significativo para mi. No se oye una voz fingiendo, sino sufriendo demasiado. Es alguien que puedo recomendar fácilmente. Lloren con ella por favor.
Nota: 7/10
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