Probablemente, una idea tan surrealista; tan descabellada; tan lunática, como la que le pasó por la mente a Seamus Malliagh, resultó en algo tan distinto al resto de la música actual que no sabría si alabarlo por su oído prodigioso o asustarme por la salud psicológica del productor irlandés. Hacer un álbum basado en una historia que involucra unas canicas, unos insectos y un vacío en un enorme jardín es algo que, al decirlo de esta forma, parece sacado de una película de Disney. Sin embargo, a el productor le pareció ésto un momento revelatorio para lo que sería la base de su siguiente proyecto.
Ya había estrenado uno que otro EP anteriormente, pero ninguno de ellos requirió la labor fuerte que le dedicó a este álbum. A palabras del mismo productor, éste fue un trabajo que hizo que se autodisciplinara en relación a su manera de crear música, la cual había sido hasta entonces más caótica o impulsiva. La paciencia debía ir de la mano en este proyecto y, sin embargo, no era algo que Malliagh podía procesar ya que tuvo varios semi-colapsos nerviosos. Más que entendible. Muchos productores Electrónicos son dados a la improvisación por naturaleza. Éste método de trabajo estaba muy alejado de su zona de confort. Uno de los tracks duró un mes en realizarse y parte del material que había procesado tuvo que eliminarlo antes de terminar la obra, parte porque el programa de computadora en donde lo creaba no daba opción de guardar algo tan inmenso, parte porque, al final, no le terminaba gustando lo que quedaba. Era un disco que, parecía, no tener fin.
De acuerdo a lo anterior, una vez que escuchas este disco, es más que entendible el por qué de su extenuación; la locura encapsulada aquí es impresionante. Una obra enorme, repleta de una cantidad de influencias que varían en subgeneros como el Breakcore, la música Ambiental, el Wonky, el Dubstep, el Grime, el Hip-Hop, el... esto tiene demasiado qué procesar. Tantos elementos en un álbum de alrededor de cuarenta minutos es una cosa que cuesta creer. Suena grandiosamente caricaturesco; hiperactivo; es una dosis de azúcar inyectada directa al cerebro. Sinceramente, no había oído un proyecto tan dulce con un sonido tan experimental desde algunos trabajos que había oído de la música japonesa (Del cual, también tiene influencias) y, en un estilo más metalero, el trabajo de Devin Townsend, Addicted! (2009). Podría decir que también me recuerda un poco a ese molesto personaje de los años dos mil, Crazy Frog, pero con éste, a diferencia, siendo un productor con una visión más desfachatada y muchísimo más talentosa.
Catalogar esto puede ser complicado porque, en parte, y aunque no suene a una improvisación, hay partes que te dan un aire a ello debido a lo extremadamente fluido de los tracks. Básicamente, no te das ni cuenta cuándo comienza y termina algo aquí. Por mi parte, y aún notando ese aire, no podría darle una mala nota a este trabajo; por el contrario, me fascinó de comienzo a fin y me deja en intriga con respecto a qué será lo nuevo de Iglooghost.
Nota: 7/10
Catalogar esto puede ser complicado porque, en parte, y aunque no suene a una improvisación, hay partes que te dan un aire a ello debido a lo extremadamente fluido de los tracks. Básicamente, no te das ni cuenta cuándo comienza y termina algo aquí. Por mi parte, y aún notando ese aire, no podría darle una mala nota a este trabajo; por el contrario, me fascinó de comienzo a fin y me deja en intriga con respecto a qué será lo nuevo de Iglooghost.
Nota: 7/10
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