Uno se deja llevar por el misterio en oportunidades, ¿no es así?
Con el paso de los años, el misterio, y más en un entorno artístico, tiene algo de atrayente; algo tan abrumador que nos envuelve totalmente. Personalmente, fui hechizado por la incógnita alrededor de productores como Burial hace unos años atrás. Ahora, todos los seguidores de la Electrónica, que se consideren conocedores reales como tal, conocen a William Bevan. Sin embargo, durante sus primeros pasos, el hombre conocido en ese entonces simplemente como Burial era un completo vacío. Un hombre que nos ponía la piel erizada con unos beats solitarios y casi apocalípticos que sirvieron de predecesores para el Future Garage y hasta el Dubstep. El buen Dubstep; no la fachada que se hizo horriblemente popular a principios de la década.
Soy de los que considera que Burial no debió mostrarse nunca. Podrá ser algo infantil de mi parte, pero siento que parte de su magia, lo que lo hacía tan especial, murió el día de su revelación. El músico ha seguido dándonos muestras de que sigue vivo, pero ya no es lo mismo de antes.
Sin embargo, hay artistas que, aún revelando su identidad, su mentalidad nos muestra un halo perturbador. Un halo que te puede impactar como, a la vez, te puede atraer. Este es el caso de este artista casi desconocido: Vril.
De Vril no se sabe mucho, mas que es un productor electrónico alemán que ha llevado unos años estrenando material, tanto en formato EP como en producciones más largas, a través de múltiples sellos underground . En sus primeros álbumes, jugó con la música Techno y el Dub, generando beats bailables y medio espaciales que dieron forma a su ingenio. Yo vi estos discos así. Había algo que, mientras no me desagradaban, no los veía como su versión completa o como algo totalmente único. Parecían más pruebas para lo que se venía.
Por suerte, tuve razón. A través de un sello de nombre Giegling, el cual ha alojado a diversos artistas de música electrónica subterráneos como Kettenkarussell o DJ Metatron, Vril estrenó su obra Anima Mundi , el cual nos muestra un lado de él que se venía amasando muy bien. En estas cintas (Sí, cintas), Vril nos presenta una música de corte ambiental, pero mezclado con esos elementos Dub con los cuales inició. Hay esa sensación de baile en toda la obra, pero, detrás, se nos presenta un paisaje difuminado por el humo y las luces. Es un goce auditivo que no necesita movimientos para disfrutarlo. Va más directo a tu alma que a tus pies. La baja calidad lo complementa y lo hace sonar más compacto y enigmático. Les digo; uno se hipnotiza a medida que avanza la obra al punto de no saber exactamente cuánto tiempo ha transcurrido una vez que comienzas a escucharlo.
Vril me dejó con ganas de saber más. De explorar más lo que nos traerá a futuro. No podría decir que es un trabajo revelación porque, realmente, sigue siendo un fenómeno casi nulo en el panorama musical. Sin embargo, sí lo proyecta como uno de los mejores exponentes europeos del estilo electrónico para quienes lo logran escuchar. Si eres fanático de este estilo de música, ¿qué esperas?. Pruébalo.
Nota: 7/10
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