Tengo que agradecerle a mi prima por esto, ya que ella fue la que me inculcó este grupo.
Durante principios de los años noventas, estamos claros que el Grunge dominaba las emisoras de radio y los canales de televisión de variedad musical. Era un tiempo en donde todo giraba alrededor de bandas como Nirvana y Pearl Jam y con un muy buen mérito. Fueron bandas que, no sólo fueron entes carismáticos de una juventud que añoraba librarse de la superficialidad de los ochentas, sino que cambiaron la forma de pensar de toda una generación en lo que se refiere a cómo deberían verse y actuar los artistas. Ellos establecieron que lo andrajoso y lo común vendía igual que los íconos de laboratorio que salieron de la década anterior.
Sin embargo, la mayoría de las personas no hablan del otro movimiento que se gestaba en ese entonces y que cultivó un impacto enorme en muchísimas bandas subterráneas que tomaron también la escena de los noventas por sorpresa; el Shoegaze.
El Shoegaze, que, muy probablemente la mayoría de ustedes asocie con la banda My Bloody Valentine, los cuales fueron los mayores representantes de esta corriente con ese álbum clásico Loveless del año 1991, se estaba desarrollando en plena Era Grunge y buscaba un enfoque más calmado; más atmosférico; más nostálgico que a dicha Era le faltaba. Eran grupos británicos que venían influenciados por los trabajos del productor Brian Eno. Querían hacer música más hermosa, por decirlo de alguna forma. Grupos como los mencionados Valentine, Swervedriver, Ride, de quien hablé el año pasado, Lush y muchos más traían una propuesta distinta a la mesa, con un sello que tomaba elementos estéticos del Grunge, mezclados con la música de la cual he venido hablando.
Entre ese grupo de muchachos ambiciosos de esa corriente, encontramos a la banda Slowdive, quienes tomaron, mayormente, esa influencia de Brian Eno y crearon unos EPs que, a finales de los ochentas, les consiguió un culto de seguidores muy fiel. Ellos, injustamente, han sido catalogados como la segunda banda más importante de dicha corriente. Cosa que no debería ser cierta, ya que la banda, como tal, tuvo una consecución de discos, en mi opinión, más consistente que los anteriores. Soy un enorme fanático de ambas agrupaciones, pero no puedo negar que Slowdive tienen un toque menos experimental y más angelical que no poseen los Valentines. Discos como Just for a Day de 1991, o su obra cumbre Souvlaki de 1993, o hasta el álbum más polarizante del grupo, Pygmalion de 1995, han sido un goce explorarlos. Cada uno es muy distinto al anterior y, al final, te logran cautivar igualmente. Inclusive, el último de esa lista, que decepcionó a muchos seguidores por su cambio de estilo a uno más Ambiental, me pareció sublime de principio a fin. Son impresionantes discos y, obviamente, la noticia de que el grupo volvía el año pasado me hizo sentir de maravilla por el hecho de que iba a disfrutar un álbum actual de ellos. No crean; sentía un poco de nervios debido a que tenían demasiado tiempo sin hacer nada y que fueran a salir con algo que cayera muy por debajo de lo que han venido haciendo.
Si comparo los trabajos que se estrenaron en el 2017, provenientes de bandas que tenían un enorme tiempo sin grabar, concuerdo en decir que éste fue el mejor álbum de ese compendio de músicos de los ochentas y noventas. Canciones como la apertura, "Slomo", y "Star Roving" arremeten con impacto, recordándote lo buenos que eran ellos en aquél entonces. Lo divino que sonaban sus instrumentos al crear esos Muros de Sonidos en sus primeros trabajos. Y "recuerdo" es una palabra clave en este disco, ahora que lo pienso. En cada parte del disco, sientes que ellos reviven muchos momentos de su carrera. Empezaron con canciones que recuerdan sus primeros tiempos y, ya para el final, cierran con "Falling Ashes", que rememora su último trabajo antes de separarse. Aunque no sólo se quedan con recordar el pasado. También hay canciones más modernas como "Sugar for the Pill" y, la que a mi parecer se robó el show aquí, "No Longer Making Time" que se quedan contigo una vez que termina la reproducción.
No obstante, no es un disco perfecto. Hay detalles evidentes que lo alejan de ser algo más grande. Sin contar las canciones que nombré, las demás hacen notar esa ausencia sin crear música, ya que no suenan tan memorables o hipnotizantes como las de su mejor período. La voz de Neil Halstead, su cantante, también no es la misma de aquél entonces, dejando notar algunas fallas en el camino del disco. Otra cosa que me llamó la atención, y ya esto no necesariamente es culpa de ellos, es que su sonido en las canciones de "relleno", por llamarlas de alguna forma, no suena tan fresco como en ese entonces debido a la cantidad de bandas que han salido luego, con música muy parecida. No puedo pedirle mucho a un grupo que ha estado tanto tiempo fuera, pero estas cositas hacen que éste sea el trabajo más flojo en su discografía. Igual, es una buena manera de conocer a esta agrupación, empezando por lo más accesible hasta ir a sus mejores obras.
Nota: 6/10
Si comparo los trabajos que se estrenaron en el 2017, provenientes de bandas que tenían un enorme tiempo sin grabar, concuerdo en decir que éste fue el mejor álbum de ese compendio de músicos de los ochentas y noventas. Canciones como la apertura, "Slomo", y "Star Roving" arremeten con impacto, recordándote lo buenos que eran ellos en aquél entonces. Lo divino que sonaban sus instrumentos al crear esos Muros de Sonidos en sus primeros trabajos. Y "recuerdo" es una palabra clave en este disco, ahora que lo pienso. En cada parte del disco, sientes que ellos reviven muchos momentos de su carrera. Empezaron con canciones que recuerdan sus primeros tiempos y, ya para el final, cierran con "Falling Ashes", que rememora su último trabajo antes de separarse. Aunque no sólo se quedan con recordar el pasado. También hay canciones más modernas como "Sugar for the Pill" y, la que a mi parecer se robó el show aquí, "No Longer Making Time" que se quedan contigo una vez que termina la reproducción.
No obstante, no es un disco perfecto. Hay detalles evidentes que lo alejan de ser algo más grande. Sin contar las canciones que nombré, las demás hacen notar esa ausencia sin crear música, ya que no suenan tan memorables o hipnotizantes como las de su mejor período. La voz de Neil Halstead, su cantante, también no es la misma de aquél entonces, dejando notar algunas fallas en el camino del disco. Otra cosa que me llamó la atención, y ya esto no necesariamente es culpa de ellos, es que su sonido en las canciones de "relleno", por llamarlas de alguna forma, no suena tan fresco como en ese entonces debido a la cantidad de bandas que han salido luego, con música muy parecida. No puedo pedirle mucho a un grupo que ha estado tanto tiempo fuera, pero estas cositas hacen que éste sea el trabajo más flojo en su discografía. Igual, es una buena manera de conocer a esta agrupación, empezando por lo más accesible hasta ir a sus mejores obras.
Nota: 6/10
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