Lo sé. Sigo con 2017. Es lo que he estado oyendo. Y no quiero hacer trampas de publicar una lista de la cual me arrepentiré por el hecho de no poder escuchar todos los álbumes necesarios. Ya me las ingeniaré para publicarla lo antes posible.
Ahora, pasando lo primero, es momento de hablar de uno de los discos más infravalorados del año pasado y, al mismo tiempo, uno de sus mejores hasta lo que he escuchado. En este caso, me refiero al trabajo de este grupo americano, Oxbow, Thin Black Duke (2017). Pocas veces uno logra tropezarse con un disco tan único y, a su vez, tan adictivo.
Oxbow es un proyecto que lleva en los escenarios un tiempo aproximado de tres décadas, en donde se han hecho una reputación subterránea debido al estilo tan distintivo que poseen y a sus actuaciones en vivo, guiadas por su frontman Eugene S. Robinson, uno de los cantantes más retadores que he escuchado. Robinson, quien también funciona como principal compositor del grupo, parece haber venido de una escuela de performers como David Thomas, el casi desconocido y, al mismo tiempo, mítico cantante de la banda de Post-Punk de principios de los ochentas Pere Ubu, debido a su pasión y compromiso con su acto, tanto en el estudio como en sus actuaciones, las cuales son físicas, con la diferencia de que el último era más de mímicas y Robinson ha sido más confrontacional, al borde de retar a su público a pelear en plenas actuaciones. Mala idea, por cierto, debido a que el tipo es un peleador amateur. Sin embargo, en lo que sí se asemejan más es en su juego vocal; aunque Robinson supera a Thomas. Se podría decir que su voz es la pieza clave en este disparatado grupo. Canaliza de forma magistral un espectro de emociones, muy opuestas las unas de las otras. En ciertos momentos, podemos oírlo gritando y gruñendo cuan bestia salvaje y, en otros, hay susurros maníacos y una voz completamente desgarrada. Sucia e insanamente grotesca. Te da la sensación de escuchar las quejas barbáricas de un vagabundo borracho y maloliente al borde de una crisis. Algo que deben probar para creer.
En Thin Black Duke , el primer disco del grupo en diez años, vemos este detalle anteriormente hablado permear el disco y funcionando de presencia omnipresente y controladora ante una dosis peculiar de un Hard Rock de tintes Bluseros, de tono provocativo, indigesto y salvaje, que funciona de forma magnífica en el recorrido de la obra. Hay ciertas partes, inclusive, en donde la voz de Robinson me recuerda un poco al trabajo de Mike Patton en Faith No More. Sobre todo, en tracks como "The Upper", la cual me parece un poco influenciada por la pista "RV" del álbum Angel Dust (1992) del mencionado grupo.
Sin embargo, es una propuesta que, aunque adoré desde su primera canción "Cold & Well-Lit Place", la cual debe ser una de mis aperturas favoritas del 2017, sé que no será del gusto de todos. Hay momentos en esta obra en donde las demostraciones vocales de Robinson pueden llegar a asustar al que no está acostumbrado a proyectos de corte más experimental. Su desesperación en varios tracks es tan palpable como shockeante. Aparte, luego de la apertura, el disco baja un poco su impacto. No lo suficiente como para decir que es una falla, pero es algo que noté al reproducirlo.
Por lo demás, debo admitir que Oxbow me ha dejado impresionado. Hasta el año anterior, era un proyecto del que nunca noté su existencia y, ahora, me dejaron con ganas de seguir adentrándome en su perturbador mundo. Como dije, puede que no sea para todos, pero, aún así, les pido que le den una oportunidad y saquen sus conclusiones al respecto. Vale la pena en cada minuto que dura el disco. Uno de los proyectos más infravalorados de la actualidad.
Nota: 7/10
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