Debo admitir que, aparte de Sufjan Stevens y Bryce Dessner, no conocía quiénes eran los otros señores. Bueno, ustedes deben conocer a los primeros. De no ser así, Sufjan es un multiinstrumentista y cantautor que se ha elevado desde la década pasada con unos trabajos tan maravillosos y dispares que cuesta creerlo. El tipo ha hecho dos álbumes centrados en Ciudades de Estados Unidos con ritmos folclóricos, un álbum navideño de dos horas, otro electrónico y una oda a su difunta madre estilo Singer/Songwriter. Es único en su tipo. Recientemente, participó en la banda sonora de la película Call Me By Your Name. Recomiendo que escuchen su trabajo. Tiene de las melodías más hermosas que escucharán. Bryce Dessner es uno de los guitarristas gemelos de The National. Nico Muhly es un compositor de música clásica bastante cotizado, pero que, como dije, no sabía de su existencia. Y James McAlister es el baterista de Sufjan Stevens. Soy seguidor del músico, pero, sinceramente, no sabía el nombre de su baterista.
La unión de estos músicos vino por un proyecto que un museo (Creo) le asignó a Muhly para representar los planetas de forma musical. La idea tuvo éxito y tocaron ese repertorio en distintos sitios. Luego, decidieron realizarle arreglos a las composiciones y grabarlas en un disco. Y, en resúmen, eso fue lo que pasó. De esa manera en cómo lo expresé (O de cualquier manera), la concepción de todo es un poco caótica. Son unos artistas muy distintos y la conjunción de ellos puede resultar en un fracaso. Los conciertos tuvieron éxito, pero eso no indicaba que la grabación fuera igual.
Planetarium (2017) salió y debo decirles que es un álbum un poco difícil de acceder. Primeramente, porque casi toda la obra es muy cambiante, muy desunida. No sabes de dónde o qué va a venir mientras lo oyes. Hay elementos Pop, Rock, Electrónica, Clásico... y pare de contar. A mi me impresionó, aunque, lástimeramente, no de una buena forma. Es todo tan impredecible que no sabes cómo aclimatarte a la reproducción. Las letras tampoco ayudan, las cuales cambian su foco entre los dioses que representan a los planetas y situaciones de la vida diaria que, probablemente, le ocurrieron a Stevens. Es una explosión muy colorida, eso sí, pero queda todo muy disperso. Yo sé; son los planetas. Quizás, todo comenzó así, pero eso no justifica el desorden del álbum.
Pensándolo bien, creo, y es raro lo que voy a decir viniendo de un fanático de Stevens, pero siento que el propio Sufjan es el problema principal del disco. Su presencia es tan enorme, tan palpable en todo lo que transcurre, que los otros músicos se desaparecen en el performance. Ninguno de los otros tres aporta lo suficiente en lo que hay aquí. Se nota como si fuera un trabajo solista de Stevens. Desde las excentricidades hasta los distintos géneros que tocan; es todo Sufjan. Muhly, al menos, inserta su parte clásica en algunos toques y ni siquiera piensas que está ahí. Los otros no aparecen por ningún lado. Eso es lo que me temía. El baterista de Sufjan ni siquiera es muy conocido y Dessner no posee unos dotes reconocibles en la guitarra, salvo en las grabaciones de The National, y eso es debido a la tristeza de todas sus obras. Un proyecto tan colorido como este no presenta ningún momento melancólico, por lo que su manera de tocar no concuerda en nada de lo que se presenta.
No diré que estaba emocionado antes de probarlo, pero definitivamente fue más decepcionante de lo que imaginé. Solo escuchar a Sufjan cantando usando autotune en tracks como "Saturn" son suficientes como para rechinar los dientes. Sonará cruel, pero ojalá que estos músicos no sigan uniéndose. Están mejores por separado.
Nota: 5/10
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