Dan Auerbach ha tratado de distanciarse de su original proyecto The Black Keys; y se nota a leguas. Él comenzó una banda nueva en el 2015 llamada The Arcs, y lanzarón su primer álbum y todo. Se incursionó en la producción de discos de ciertos artistas como Lana del Rey y Cage the Elephant. El tipo tenía talento, pero uno no sabía cuánto. De cierta forma, y como un chiste un poco cruel, parece estarle siguiendo la pista a Jack White. Pero no igual.
Pero no estamos aquí para hablar de Jack White, sino del nuevo trabajo del músico americano, Waiting on a Song (2017); un álbum que es una carta de amor a Nashville; con música que está inspirada en los años cincuentas y sesentas. Tanto así que, inclusive, contó en la grabación con leyendas de allá como Mark Knopfler (Cantante y guitarrista legendario de la banda Dire Straits) y Dave Roe (Miembro de la banda de Johnny Cash por 22 años). Es un trabajo tributo hacia esa zona en su totalidad.
El disco en sus letras habla de los temas que se hablaban en la música de aquellos años dorados en Nashville: Mujeres peligrosas, perdedores carismáticos, el vivir en el pecado, romances y amistades. La producción suena añejada; como si las canciones fueran grabadas en esos años. La música tiene raíz en en Blues, el Country, el Rock & Roll y hasta un poco de Boogie; puedes escuchar el estilo de la zona en ellas y en las pistas más movidas como "Shine on Me" puedes escuchar a The Beatles (Lo se, no son de Nashville, pero se nota el estilo de ellos. Intencional o no, él lo incluyó).
Una de las canciones que más me llamó la atención fue "King of a One Horse Town", que trata acerca de una persona que tiene miedo de vivir fuera de su mundo por temor al fracaso. De las canciones del disco, ésta fue la que me llamó más la atención por la música empleada que me da cierta nostalgia a esa época. Se siente un poco especial para mi.
De todo el disco, la canción "Cherrybomb", aunque me pareció una pista buena, definitivamente está fuera de lugar. No me refiero a su temática; me refiero más bien a la música empleada que lleva la psicodelia del álbum, que había pasado a un segundo plano en el disco, a inundarlo todo con un toque de sensualidad incluida. No se qué pensará el que lo escuche, pero a mi no me pareció apta para el disco.
La gran falla del disco, aún con todo lo que he dicho, es lo poco relevante que sería un disco como éste en el presente año con tantas propuestas innovadoras. Claro, no voy a decir que lo retro no funciona. Estaría loco al decir esto cuando hay tantos trabajos actuales que están basados en lo retro. Pero, este disco a diferencia de los otros, no aporta nada. Es simplemente un trabajo tributo. Algo que, quizás, guardes en tu memoria como un recuerdo bonito de una era que ya no existe, pero, en lo que se refiere a su relevancia en la actualidad, no le veo un espacio en nada.
En conclusión, Dan Auerbach lanzó este disco como una carta de amor a Nashville con una producción añeja y unas letras que te llevan a otro tiempo. El problema es que nada de lo que hace en el disco valdría la pena como para recordarlo. Es un disco débil por donde se le observe.
Nota: 4/10
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