Durante la gira con su banda Desaparecidos, ocurrida en el 2015 para promover el álbum más reciente de la banda, Oberst sufrió de una combinación de laringitis, ansiedad y fatiga. Esto hizo que la esperada gira de la banda terminara abruptamente, ya que por su estado, decidió cancelar lo que quedaba del tour. Todo ese cansancio provenía del trabajo que tenía más el estrés causado por una noticia de una acusación por parte de una mujer de que él había abusado de ella. Pónganse en el lugar; si alguno de nosotros pasaramos por eso, el impacto, tanto interna como externamente, sería devastador. Seas culpable o inocente de los cargos. Por suerte, la mujer que lo acusó salió desmintiendo los rumores tiempo después. ¿Será el fin de esa historia? No lo sé. Porque, pareciera, pero este tipo de historias, con el paso de los años, siempre vuelven. Espero que no. Ojalá que no pase algo a lo Bill Cosby; sería extremadamente desalentador y frustrante para todos.
Pero, siguiendo con la historia tras este trabajo, Oberst decidió alejarse de todo y encerrarse para producir esta obra él mismo, de la manera más rudimentaria posible. O, por lo menos, eso asumo yo, ya que, al escuchar este trabajo, te da la sensación de que el músico mandó a la basura toda directriz al momento de grabar sus discos. Esto anterior no lo estoy diciendo en un mal sentido; por el contrario, Oberst aquí suena lo más desnudo posible de lo que lo ha hecho en toda su carrera. A base de piano, guitarra acústica y armónica, Oberst pone su talento lírico para tratarse así mismo cuan paciente en un psicólogo. Él trataba de ser su propio doctor, buscando la causa o las razones que lo llevaron a caer en ese estado. De ahí viene la portada y el título de este disco; la portada es simple, pero, a la vez, completa, ya que engloba el sentimiento crudo del trabajo. El título, por su parte, trata acerca de una condición en donde una persona busca autoanalizarse con el objetivo de encontrar la causa de su estrés, sin importarle en la realidad sus soluciones. El álbum es básicamente lo que acabo de decir.
Oberst jamás en su carrera a sonado tanto como Bob Dylan. Este pareciera una versión moderna del anterior en su período sesentero, antes de lo eléctrico. Aquí no encontrarás ningún track con instrumentos eléctricos, todo es acústico y simple. Esto, más que álbum, son las confesiones de un alma atormentada. Un papel que, para ser sinceros y con la intención de no sonar sádico, Oberst sabe hacer muy bien. Si escuchan su obra, todos sus mejores momentos fueron a base de tristezas. Es un lado de Oberst al que uno se aferra, sea por un enfermizo deleite o por la identificación, pero el músico encaja en este estilo. La producción es de baja fidelidad, enfocando más su ambiente natural. Sus letras son la piedra angular de este trabajo, llevado de la mano de múltiples referencias a personajes históricos.
Aunque, en mi caso, yo destacaría la canción "Counting Sheep", el cual es una de las mejores canciones que Oberst ha escrito en tiempo, este trabajo es más para escucharlo sin enfocarte en ninguna canción en específico. Tienes que deleitarte y escucharlo como un todo. Sin ponerte a elegir porque siento que este trabajo no merece esa pena. No todas las canciones me gustan individualmente y hasta muchas me parecen repetitivas en su estructura musical, pero algo me atrae en este trabajo. Es una de esas ocasiones en donde sientes que el músico te habla directamente, no desde el artista al fanático, sino desde un amigo que busca decirte todo lo que siente. No es un álbum perfecto, pero no tengo ningún problema en escucharlo en un momento en donde uno no tiene nada qué hacer.
Nota: 6/10
Pero, siguiendo con la historia tras este trabajo, Oberst decidió alejarse de todo y encerrarse para producir esta obra él mismo, de la manera más rudimentaria posible. O, por lo menos, eso asumo yo, ya que, al escuchar este trabajo, te da la sensación de que el músico mandó a la basura toda directriz al momento de grabar sus discos. Esto anterior no lo estoy diciendo en un mal sentido; por el contrario, Oberst aquí suena lo más desnudo posible de lo que lo ha hecho en toda su carrera. A base de piano, guitarra acústica y armónica, Oberst pone su talento lírico para tratarse así mismo cuan paciente en un psicólogo. Él trataba de ser su propio doctor, buscando la causa o las razones que lo llevaron a caer en ese estado. De ahí viene la portada y el título de este disco; la portada es simple, pero, a la vez, completa, ya que engloba el sentimiento crudo del trabajo. El título, por su parte, trata acerca de una condición en donde una persona busca autoanalizarse con el objetivo de encontrar la causa de su estrés, sin importarle en la realidad sus soluciones. El álbum es básicamente lo que acabo de decir.
Oberst jamás en su carrera a sonado tanto como Bob Dylan. Este pareciera una versión moderna del anterior en su período sesentero, antes de lo eléctrico. Aquí no encontrarás ningún track con instrumentos eléctricos, todo es acústico y simple. Esto, más que álbum, son las confesiones de un alma atormentada. Un papel que, para ser sinceros y con la intención de no sonar sádico, Oberst sabe hacer muy bien. Si escuchan su obra, todos sus mejores momentos fueron a base de tristezas. Es un lado de Oberst al que uno se aferra, sea por un enfermizo deleite o por la identificación, pero el músico encaja en este estilo. La producción es de baja fidelidad, enfocando más su ambiente natural. Sus letras son la piedra angular de este trabajo, llevado de la mano de múltiples referencias a personajes históricos.
Aunque, en mi caso, yo destacaría la canción "Counting Sheep", el cual es una de las mejores canciones que Oberst ha escrito en tiempo, este trabajo es más para escucharlo sin enfocarte en ninguna canción en específico. Tienes que deleitarte y escucharlo como un todo. Sin ponerte a elegir porque siento que este trabajo no merece esa pena. No todas las canciones me gustan individualmente y hasta muchas me parecen repetitivas en su estructura musical, pero algo me atrae en este trabajo. Es una de esas ocasiones en donde sientes que el músico te habla directamente, no desde el artista al fanático, sino desde un amigo que busca decirte todo lo que siente. No es un álbum perfecto, pero no tengo ningún problema en escucharlo en un momento en donde uno no tiene nada qué hacer.
Nota: 6/10
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