El tiempo pasa volando y parece mentira que han pasado más de diez años desde Yellow House (2006), uno de los álbumes más preciosos de ese año. Grizzly Bear es uno de esos grupos que son conocidos por todos los seguidores de lo Indie y que hemos visto crecer desde su primera aparición con Horn of Plenty (2004), el cual me pareció un esbozo de lo que se venía. El talento existía pero sin ningún enfoque en particular; solo eran ideas esparcidas al viento. Años pasaron y, en su tercer disco, la banda dió el paso adelante para volverse una banda que era conocida hasta por los que no seguían el Indie con Veckatimest (2009) que, hasta la fecha, sigue siendo mi trabajo favorito de esta genial banda, con una cantidad de canciones en donde el Pop salió muy inventivo y único hasta esos momentos.
Obviamente, como todo grupo, siempre hay momentos en donde la calidad baja, y eso ocurrió con Shields (2012), que si bien no podría ser considerado como el talón de Aquiles de su discografía, es uno de sus álbumes menos lineales y en donde pusieron su empeño más en crearle una personalidad distinta a cada composición, distanciandolas unas de otras en el proceso. Los éxitos, como "Yet Again" y "Sleeping Ute", eran de los momentos que más destacaban, dejando los otros como tracks olvidables. Mi pregunta ya era, ¿cómo volverá Grizzly Bear luego de ese disco? La respuesta se me dió en este año.
Painted Ruins (2017) es un álbum que viene de esas experiencias recolectadas en cada uno de los miembros del grupo luego de ese período de descanso que se tomaron del proyecto. Separaciones, problemas personales, madurez; todos esos puntos son tratados en los casi cincuenta minutos del disco de forma excelsa en sus letras, aunque disminuyendo mucho en la calidad lineal de su reproducción, ya que muchas de las canciones se sienten completamente inconexas a otras, algo que se nota claramente en este recorrido de tristeza.
Si algo no se puede negar, es la música que la banda generó en este trabajo; muchas de ellas de sus composiciones más complejas en mucho tiempo. Hubo ciertas canciones que en ciertos patrones me recordaron a Radiohead, como "Three Rings" y "Aquarian", como en una percusión que aparecen en ella que suena similar a las de Phil Selway. No algo que sea malo, pero vale la pena recalcar. El grupo ha pasado por muchos caminos, desde su período más experimental en su debut, pasando por la creación de sonidos inspirados en la belleza rudimentaria del Folk Psicodélico, hasta incursionar al Pop e incorporar elementos más Electrónicos. Este disco es el ejemplo de lo último. Es más Electrónico, pero no se le quita la belleza que unas canciones alcanzan, como "Three Rings", la cual considero como el punto más destacable del disco. Aunque, siendo sinceros, me parece que el grupo está repitiendo una fórmula muy similar a su antecesor; el crear canciones con identidad propia, dejando lo mejor para los singles y haciendo sentir al resto como algo decente. Me es imposible no ver tracks como "Glass Hillside" y "Systole" como que entraron en el disco para cubrir espacios vacíos. Sus experimentos más Pop aquí, como "Mourning Sound" y "Cut-Out" no lograron conectar conmigo, con la primera sintiéndose un poco fuera de lugar en mi opinión.
Si tengo que decir si es un disco disfrutable, lo es. No puedo tapar el sol con un dedo, pero no es el trabajo más llamativo del grupo. Tiene buenas canciones y esas armonías vocales que nos encantan a los que escuchamos a esta banda, pero en lo que se refiere a esa calidad natural experimental que llamó la atención al principio ya casi no existe por sus pruebas más Pop, además de la pérdida de cohesión en muchas canciones. En ocasiones, se siente como un compilado de tracks, no como un álbum. Al final, es un disco recomendable y para disfrutar, pero nada que quede en la historia. Aunque, no me sorprendería verlo en varias listas de lo mejor del año.
Nota: 6/10
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