The Ruins of Beverast es el nombre de un proyecto de Metal Extremo alemán liderado por el multiinstrumentista Alexander von Meilenwald, quien ya había liderado otra banda llamada Nagelfar, la cual se separó en el 2002 con la banda rehusándose a hacer reuniones sin importar la oferta que le hagan. Uno pensaría que la conducta de los miembros de este grupo es exagerada, pero viniendo de un tipo como el creador de este proyecto es más que normal. Estamos hablando de un tipo que considera a la banda Cannibal Corpse como unos peleles en la escena. Considera así a una de las bandas más fuertes en el género. El tipo es un duro que tiene influencias del Black Metal desde los quince años, con la banda Darkthrone como principal destacado.
La música de Meilenwald toma influencias que, aunque han sido exploradas anteriormente por otros artistas y bandas del mismo género, no las aplican de la misma forma que él. El tipo mezcla matices psicodélicos en su obra aparte de tonos ambientales que hacen sentir a la obra pesada pero, a su vez, narcótica. Su música no es sencilla de escuchar y se los digo yo que, al saber de las existencia de este disco, me puse a escuchar toda su música hasta la fecha. Algo que no fue muy sencillo debido a la pesadez y la duración de cada trabajo que sobrepasa la hora. Para los fanáticos del Black Metal, puede parecerles fácil pero, para alguien, como yo, que escucha de todo, puede ser un tanto aburrido. Ese es el por qué también considero a este artista tan inconsistente. Mientras en sus trabajos se aprecia la confianza que tiene en lo que hace, muchos de sus pasajes psicodélicos se vuelven tan largos que, para cuando termina el disco, te deja mermado de ganas de escuchar el siguiente. Entiendo que ese es el punto; cansar al oyente, pero no creo que alguien disfrute tanta tortura seguida.
Sin embargo, Exuvia (2017) es un poco distinto a lo planteado. En su quinto trabajo, Meilenwald toma la fórmula aplicada en sus trabajos anteriores y las complementa con secciones de canto limpio y voces que parecieran sacadas de un ritual pagano. La experiencia en sí es alucinante de forma literal, con cada minuto del disco sintiéndose como si tomaste una dosis de alguna droga fuerte y hubieras sido secuestrado por unos satanistas que empiezan a hacer sus rituales contigo como sacrificio. No bromeo, suena así. Y, por raro que parezca, es uno de los mejores trabajos que he escuchado de Metal Extremo este año. Es malicioso, es fuerte, es tribal, es épico y agonizante con cada segundo. La atmósfera te deja un suspenso enorme en todo lo que escuchas; como si fuera a salir algo que no te esperabas. Como si alguien estuviera acechándote en las sombras.
No les diré algo estúpido como "escuchen esto; les encantará" porque estaría loco de ser así. Solo les digo que, si se atreven a darle una probada a esto, vayan con la mente bien abierta porque es un disco que, aunque atmosférico, puede resultar bastante incómodo y pesado para el que no está acostumbrado. Es el mejor trabajo del proyecto y merece ser escuchado. No hablé de las letras porque, seamos sinceros, no hay nada nuevo en ellas; horror satanista en su máxima expresión.
Nota: 7/10
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