Desde el 2012, Katie Crutchfield y su proyecto, Waxahatchee, han logrado ganarse las alabanzas de la crítica especializada con una música sincera y unas letras repletas de la madurez y las dudas que, en ese momento, pasa la artista. Su primer disco American Weekend (2012) gustó bastante y su predecesor, Cerulean Salt (2013), no hizo más que establecerla como una interprete que busca llegarle a sus fanáticos a través de una personalidad de la cual muchos se pueden basar. Ha aparecido en muchas listas refiriéndose a sus discos (Sobre todo al segundo, ya que, hasta ahora, lleva tres sin contar éste) como de los mejores de su respectivos años y hasta de lo que va de la década.
Eso es lo que dicen los críticos; pero mi opinión es otra cosa. Mientras no puedo decir que he escuchado todo el material de Waxahatchee, ya que el tercer disco, Ivy Tripp (2015), lo pasé desapercibido hasta ahora, creo que muchas de las opiniones están sobrevaloradas. Katie Crutchfield es una cantautora que, como muchas, ventilan sus inseguridades, sus relaciones de pareja y, básicamente, su entorno social al mundo con una música que parece sacada de los recovecos de su habitación, lo cual causa un appeal con la audiencia; sin embargo, y como ya habrán notado, no soy un aficionado a esta clase de música, encontrándola casi toda como música muy pobre y/o aburrida.
Out in the Storm (2017), su cuarto disco, no es diferente a ese caso. Y eso que, al menos, me emocioné antes de escucharlo porque leí que estaba involucrado John Agnello, quien ha sido productor de Sonic Youth y Dinosaur Jr.. Traté y traté de brindarle una oportunidad al disco a ver si lograba contagiarme de algo bueno; si, aunque sea por mera situación, lograra sentir cierta empatía a todo lo que ella contaba. Traté, pero no pude. Durante los casi treinta y tres minutos de duración del disco, no hubo un solo momento en donde yo reaccionara. Lo siento, creo que hay música que no es para todo el mundo y ésta no es para mi. Aparte de la canción "Silver", la cual considero como el único momento medio resaltante del álbum, no hubo ningún momento donde le prestara atención a la letra debido a que todo sonaba aburrido y poco interesante. La producción es más limpia que en sus trabajos anteriores y ni aún así este disco se hace más atractivo.
Creo que lo atractivo de este estilo de música no va conmigo. Rose Elinor Dougall es, hasta ahora, la única que ha logrado ganarme con este estilo en lo que va del año; lo demás, lo oigo igual a todos. Desde Jay Som hasta este disco, esta manera de crear música se gana a sus seguidores mediante sus letras, de las cuales no logran conectar conmigo. Son honestas, pero creo que cada cantautor tiene algo de honesto en sus letras, aún el más lunatico. Eso es un gancho que me atrapa cuando las pistas son buenas y, desgraciadamente, aquí no hay ninguna exceptuando la canción que nombré en el párrafo anterior.
Nota: 5/10
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